Nuevas alternativas de microorganismos beneficiosos para la salud humana y su potencial en alimentación
Autor: Dante Fratebianchi, investigador de I+D en CNTA
Gracias a los avances tecnológicos de los últimos 20 años en herramientas de secuenciación de ADN, que permiten analizar comunidades enteras de microorganismos de diferentes ambientes, hoy en día sabemos que el cuerpo humano alberga un número similar de microorganismos que nuestras propias células.
Una parte importante de esos microorganismos que habitan en nuestro intestino constituyen lo que se conoce como microbiota intestinal e interactúan con nuestro cuerpo, directa o indirectamente a través de sus metabolitos, siendo capaces de originar diferentes respuestas fisiológicas. Algunas de ellas son las alteraciones en la composición de la microbiota intestinal, desencadenadas, por ejemplo, por infecciones o el uso de antibióticos, que pueden contribuir al desarrollo de patologías como el síndrome de colon irritable u obesidad.
Sin embargo, a través de la dieta es posible modular la microbiota intestinal, contribuyendo de esta forma a prevenir el desarrollo de enfermedades como las anteriormente mencionadas. En este sentido, los probióticos son ampliamente conocidos por su potencial de modular la microbiota intestinal. Estos microorganismos vivos ingeridos en cantidades suficientes pueden provocar un efecto beneficioso concreto. Los mayores representantes de esta clase de microorganismos son bacterias de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium.
No obstante, en los últimos años estamos siendo testigos de la aparición de nuevas alternativas de microorganismos beneficiosos para la salud humana, diferentes a los tradicionales lactobacilos y bifidobacterias, denominados probióticos de nueva generación. Estos incluyen a Akkermansia muciniphila y Hafnia alvei, bacterias que en estudios clínicos han demostrado contribuir a la prevención de la obesidad, o Faecalibacterium prausnitzii, la cual ha manifestado tener efecto protector frente a patologías inflamatorias en estudios en animales.
La incorporación de probióticos en alimentos requiere que estos sean estables a lo largo de la vida útil y a las condiciones de almacenamiento del producto. Para muchos probióticos tradicionales y de nueva generación esta característica puede suponer una importante dificultad, ya que es habitual que las características fisicoquímicas de los productos alimentarios (pH, temperatura, actividad de agua) o sus condiciones de almacenamiento no resulten ser las más adecuadas para el probiótico y pueda afectar a la población viable.
Por esta razón, una alternativa es el empleo en alimentos de microorganismos esporulados como los Bacillus coagulans, los cuales son resistentes frente a condiciones ambientales que afectarían a otros probióticos. Asimismo, otra opción interesante para el sector alimentario, desde el punto de vista tecnológico, es el empleo de bacterias que posean un efecto beneficioso para la salud incluso muertas. Es lo que se conoce actualmente como posbióticos o parabióticos, que son preparaciones de microorganismos inanimados con propiedades saludables. Esta clase de bacterias constituyen una tendencia emergente para el desarrollo de alimentos y bebidas funcionales.