El camino recorrido para considerar las tecnologías ómicas como prioritarias para el sector de la alimentación funcional tiene su origen en 2004, con la publicación de la secuencia completa del ADN humano, con la genómica como tecnología central. Desde entonces, el progreso científico y tecnológico de estas técnicas ha abierto las puertas a nuevas fronteras del conocimiento en multitud de ámbitos científicos y a nuevas aplicaciones, productos y servicios en su dimensión industrial.
Como disciplina científica, las ciencias ómicas engloban tecnologías ya conocidas y algunas de aparición más reciente, como la epigenética o la metagenómica -para el estudio de la microbiota-, junto con los avances en herramientas computacionales aplicadas a la bioinformática, nos proporcionan la visión de conjunto para comprender los procesos biológicos que subyacen en la totalidad de un organismo.
La salud es uno de los principales motores de decisión del consumidor y un atributo incuestionable para dotar de valor añadido a un alimento y hacerlo atractivo para el cliente.
Por su parte, las tecnologías ómicas profundizan en el conocimiento de cómo los alimentos repercuten en la prevención o la evolución de las enfermedades; permitiendo así mejorar la nutrición humana y sus consecuencias para la salud. Aún así, y a pesar de su enorme potencial, en la actualidad la incorporación de las tecnologías ómicas a la I+D empresarial del sector de la alimentación saludable es todavía residual.
La Red Tecnomifood se crea para impulsar el desarrollo de ingredientes y alimentos funcionales y nutracéuticos mediante la aplicación de tecnologías ómicas. Está compuesta por cinco Centros Tecnológicos de referencia a nivel español y europeo referentes en la generación de conocimiento científico para avanzar en el estado del arte del uso de las ómicas en el ámbito alimentario y su transferencia empresarial.